Sola y con Mel. Así era como me sentía. A los pocos meses nos fuimos a Los Ángeles para rodar Sola en la oscuridad conmigo como protagonista y con Mel como productor. Mi personaje, una mujer ciega que a menudeo terminaba magullada, era la perfecta metáfora de cómo me sentía. Y era curioso como aquella película que había empezado como un proyecto muy deseado con Mel, se había convertido en algo poco agradable para ambos. Mi pobre Sean seguía en La Paisible porque no quería alejarlo ni de su colegio ni de sus amigos, así que lo llamaba por teléfono todas los noches. Y aunque apenas tenía seis años hablábamos un poco. Lo único que quería era que escucha mi voz y escuchar yo la de él. El ambiente en el lugar de y trabajo no era malo, y todos los días y tomábamos el té a las cuatro pesar de estar en Estados Unidos, lo cual me hacía sentir, de algún modo, como en casa.