La boda. Aunque pueda ser difícil de creer al final la boda se produjo. Había estado deprimida, me mordía las uñas por el estrés y tenía que soportar a mi madre recordándome que había sobrevivido a una guerra, pero descubrí que hablar con mi querido Mel resultaba de lo más reconfortante. Me casé por primera vez el 25 de septiembre de 1954 en el pequeño pueblo de B ü rgenstock (Suiza). Me puse un precioso vestido blanco diseñado por mi buen amigo Hubert Givenchy y una corona de flores en la cabeza recogiendo mi pelo corto. Sir Nevile Bland, embajador holandés y amigo de mi madre, me acompañó al altar. Mel Ferrer y yo nos casamos en una preciosa capilla del siglo XIII. Contamos apenas con una veintena de invitados entre los cuales se encontraba mi madre y los hijos de Mel. Días después de la boda, tras una cortísima luna de miel, comencé a leer guiones de nuevo mientras cuidaba del jardín y coci...