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Mostrando entradas de abril, 2021

Capítulo 6: Vi a mi madre llorar por primera vez.

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       Vi a mi madre llorar por primera vez. Y fue traumático para mí porque no estoy segura de creerla capaz de llorar.     En el año 1935 mis padres seguían discutiendo. Era la misma canción de siempre: la ausencia de comida y las ideologías políticas derechistas de mi padre. Por desgracia esta vez no tenía a mis hermanos para distraerme, porque Ian y Alexander estaban en aquel momento en un internado. Y por si fuera poco sabía que pronto me enviarían también a mí.    Mi querido padre, Joseph Ruston, parecía estar cada vez más ausente. Creo que era capaz de no hablarnos ni mirarnos a la cara durante semanas. A finales de ese año mi padre cogió las maletas y se fue de viaje para no volver.      La duda y la tristeza me embargaban al ser tan pequeña y no entender el porqué de su marcha ni saber dónde estaba. Tiempo después supe que había estado en Londres.     Cuando mi padre nos dejó vi llorar por primer...

Capítulo 5: Vida en el campo.

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      Vida en el campo. Probablemente fuese lo que nos hacía falta a todos. Mis padres, mis hermanos y yo nos mudamos al campo en enero de 1932. Nos trasladaos a la mansión Castel Sainte Cecile, cercana a pueblo de Linkebeek. Aparte, mis hermanos y yo solíamos pasar largas temporadas con los abuelos de Arnehem o con los de Velp.     Las reuniones familiares, ya fueran en el campo o en la ciudad siempre me gustaron. Ver a toda mi familia junta y feliz, charlando y sonriendo, me hacía sentirme de maravilla.     Mi tío Otto, el hermano de mi madre, era un respetado juez al que adoraba y admiraba. Con el tiempo Otto se convirtió en un modelo paterno para mí, cubriendo así el hueco vacío que dejaría mi padre en un futuro.    Disfruté de la etapa del campo todo el tiempo que me fue posible, hasta que tiempo después los pájaros dejaron de cantar alegres y las nubes grises comenzaron a cubrir los cielos.  

Capítulo 4: Mis padres.

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       Mis padres. Mis padres siempre me parecieron distantes entre ellos. Aunque era común que mi padre siempre estuviese alejado de todos, de mi madre, de mis hermanos mayores y también de mí.      Las discusiones entre papá y mamá eran cada vez más frecuentes. Y mis hermanos Ian y Alexander hacían todo lo posible para que yo no fuese consciente de ello. Subidos a un árbol como nos gustaba a nosotros, mis hermanos mayores trataban de distraerme. Al fin y al cabo era la pequeñita, la única niña, la joven despierta y risueña a la que ambos debían proteger. Recuerdo como Ian y Alexander me decían que las discusiones entre papá y mamá siempre habían estado ahí. Mis hermanos afirmaban que no debía ver nada distinto en ellos y que no debía preocuparme. Pero yo no estaba tan segura de ello.     Cada vez escuchaba con mayor frecuencia a mi madre reclamarle a mi padre porque no traída dinero a casa. Y tenía razón, porque mi padre ...