Capítulo 54: Colette.
Colette. Así se llamaba la mujer. La
anciana que casi se coló en mi plano, iba en silla de ruedas y tenía una larga
melena blanca y rizaba.
De pronto comenzó a hablar con su
acompañante mientras me señalaba sin disimulo alguno.
En aquel momento no tenía ni idea de que
ella era Sidonie Gabrielle Colette, la escritora francesa que en la primera
mitad del siglo XX se había convertido en todo un icono de libertad e irreverencia.
Colette había sido guionista, periodista y hasta artista de cabaret. Todo un
ejemplo de feminismo y una gran voz para la bisexualidad. Colette se alojaba en
el hotel Príncipe Rainiero junto a su marido Maurice Goudeket.
Colette era conocida internacionalmente
por haber escrito la novela breve Gigi,
basada en su juventud. En ella decía que su destino como mujer casada sería “el fin de mi carácter de muchacha,
intransigente, bonito, absurdo”. La novela había tenido un gran éxito
internacional cinco años antes de que su carrera literaria despegara realmente.
Y precisamente por tratarse de su vida, a Colette le sorprendía mucho el éxito
que había tenido.
Colette estaba planeando una obra teatral
de su novela, pero no encontraba a la protagonista por ninguna parte. Justo acababa
de llegar de pasar una larga temporada en Nueva York supervisando las pruebas
de más de doscientas jóvenes para el papel. Estaba previsto que la obra se
estrenase en Broadway en los próximos meses pero Coltte todavía no había
encontrado a la protagonista.
“Ahí está mi Gigi”. Eso fue lo que
Colette le dijo a su marido cuando me señaló al verme actuar en Americanos en Montecarlo.
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