Capítulo 17: Edda van Heemsa.
Edda van Heemsa. Encontré unos papeles
para matricularse en el instituto con ese nombre. En cuanto vi a mi madre
aquella mañana, Ella van Heemsa, y pensando que alguien muy descuidado debía
haber escrito mal su nombre, le pregunté si iba a matricularse en el instituto.
La mujer se rio y me dijo que no, que esos papeles no eran para ella sino para
mí. Mi madre me explicó que a partir de aquel momento, de puertas hacia fuera,
sería conocida como Edda van Heemsa en lugar de Audrey Ruston. Por lo visto los
alemanes odiaban demasiado a los británicos y mi nombre me delataba. Aun sin
tener todavía muy claras las pretensiones de mi madre, esta insistió en que si
debía falsificar algún documento le resultaría más fácil cambiar sus dos “ll”
por mis nuevas dos “dd”. Aquel día, a mis once años, me di cuenta de que ya no
tenía mucho que perder, porque ahora me faltaba hasta mi nombre.
Con el tiempo se estableció un
racionamiento de víveres y productos básicos, de los cuales, la mayoría de
ellos, iban a parar al ejército alemán. La gente vio cómo le quitaban todas sus
propiedades: vehículos, zapatos y ropa de abrigo entre otras cosas. ¡Incluso
algunos libros empezaban a estar prohibidos! Todo era una locura. Además, las
raciones de comida resultaban cada vez más exiguas. Con la llegada del
invierno, y ante la escasez de carbón, apenas podíamos calentar una habitación.
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