Capítulo 21: Una complicada misión.

 

   Una complicada misión. Un día me vi obligada a lidiar con una complicada misión de espía.  Uno de los hombres de la Resistencia me paró en la calle pidiéndome ayuda. Lo recordaba, lo había visto antes asociándose y relacionándose con otros miembros de la misma. El hombre me explicó que un paracaidista británico estaba oculto en el bosque de Arnhem, y que se había enterado de que los nazis realizarían maniobras por la zona. Como yo sabía hablar inglés era la única que podía advertir al hombre del peligro que corría antes de que lo descubriesen. Posteriormente debía avisar a otro miembro de la Resistencia para que le proporcionase cobijo. Y así lo hice. Sin dudarlo, ni por un solo instante, me interné en el bosque.

   La misión parecía fácil pero yo sabía que no debía confiarme. Si caminaba muy rápido, hacía algún gesto sospechoso o sonreía cuando no debía, podría estar completamente perdida. Por eso decidí caminar tranquila, de forma pausada, pasear recogiendo flores silvestres por el camino para justificar mi paseo por el prado.

   Encontré al paracaidista británico, le advertí del peligro que corría en el bosque y le aseguré que encontraría ayuda y cobijo si escapaba de allí.

   Convencida de que todo el peligro había quedado atrás, me disponía a cumplir con la última parte de la misión tomando un camino distinto, escogiendo las calles más desiertas de la ciudad. Pero tras girar la última esquina todo cambió, y de nuevo el riesgo y el peligro volvieron a mí. Un par de soldados nazis compartieron algunas palabras y avanzaron caminando hacia mí. No iba a dejar que el terror se apoderase de mí. Llevaba mucho tiempo preparándome para subir a un escenario y no estaba dispuesta a dejarme vencer. De modo que cuando uno de ellos me señaló el camino por el que había llegado y me pidió explicaciones, sonreí y sin permitir que mi mano temblase le extendí el ramillete de flores. El otro solado cogió el ramillete y lo miró pensativo sin saber muy bien qué hacer. Entonces me dejaron marchar. Me fui con el corazón a mil por hora. Le hice una señal al barrendero del pueblo y este sintió. Entonces supe que el paracaidista estaba a salvo. Y yo, por suerte, también. 


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