Capítulo 23: Adiós, tío Otto.

 


  Adiós, tío Otto. Aquella fue una de las pérdidas más terribles de mi vida. Ante el crecimiento imparable de la Resistencia, los nazis querían demostrar que ellos eran aun todavía más implacables. La Resistencia, entre una de sus muchas operaciones, trató de destruir un tren alemán que transportaba maquinaria militar. No consiguieron ninguna confesión por parte de la Resistencia, de modo que tomaron la más horrenda de las decisiones: escoger un grupo de ciudadanos al azar para ejecutarlos. Mi querido tío Otto van Heemstra, aquel que había sido para mí como un padre, y una de mis primas, fueron escogidos para formar parte de aquel grupo.

   Tenía trece años cuando los fusilaron. Los colocaron a ambos, confusos y aterrados, en aquella hilera de muerte. Aparté la vista en el momento decisivo porque no quería albergar el recuerdo de sus cuerpos desplomándose sobre el suelo. Con su última mirada de terror era suficiente.

“En mi adolescencia conocí la fría garra del terror humano; lo vi, lo oí, lo sentí. Es algo que no desaparece”.

(Testimonio real de Audrey Hepburn). 


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