Capítulo 32: Y de nuevo… ¡A bailar!
Y de nuevo… ¡A bailar! Así fue. La guerra
había acabado y todos estábamos arruinados. Apenas habían viviendas disponibles
en Ámsterdam. Suerte que mi madre consiguió alquilar un pequeño apartamento y
empezó a trabajar como cocinera. A pesar de su exiguo sueldo, me apuntó a
clases de ballet. De ese modo la joven e innovadora Sonia Gaskell se
convertiría en mi nueva maestra de baile. A ello debo agradecerle también la
recomendación de Winja Marova, mi antigua profesora de baile.
Con una vitalidad renovada y mucho
entusiasmo recobré entonces las clases de ballet. Por desgracia yo era
demasiado distinta a mis compañeras. Me cansaba muy rápido, no soportaba
algunas posturas durante demasiado tiempo y era notablemente menos flexible que
las demás. Sonia Gaskell era muy buena conmigo ante estas dificultades, ella siempre
estaba allí para ayudarme, para aconsejarme, y probablemente para lamentarse
hacia sus adentros por lo que la guerra había provocado en mí. Cinco años muy
importantes para mí desarrollo físico se había visto marcados por la escasez,
el hambre y la guerra.
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