Capítulo 39: Dificultades.
Dificultades. Cuanto más me centraba en mi
gran sueño, más me encontraba con dificultades. Resultó que al haber pasado
tanta hambre durante la guerra y al haber visto mi cuerpo tan perjudicado por su
causa, estaba por detrás del resto de mis compañeras. Sus arabesques eran más perfectos que los míos. Sus movimientos eran
más precisos que los míos. Y por supuesto sus cuerpos también eran mucho más
resistentes que él mío.
Maldecía
a la guerra por haber interrumpido mi formación, y al hambre por haber hecho
mella en mi pequeño cuerpo de atleta. Por ello, cuando llegaba a casa por las
noches tras una clase dura, me deprimía muchísimo. Veía como mi sueño se me
escapaba de entre los dedos. Pero a la mañana siguiente todo era distinto. Por la
mañana el sol volvía a brillar, y yo volvía a bailar.
Dadas las dificultades, me limitaba a
repetir los movimientos que requerían una técnica más precisa. Al fin y al cabo
conocía bien mi cuerpo, sus puntos débiles y por supuesto también sus puntos
fuertes. También practicaba cualquier tipo de ejercicio que me ayudase a
conseguir un mayor tono muscular y una mayor elasticidad en mi cuerpo.
Sabía que con trabajo y constancia podía
conseguirlo. La única dificultad imposible de lidiar con la que me encontraba,
se debía a causa de mi altura. Porque un metro sesenta era demasiado para una
bailarina. Madame Avispa prefería a las bailarinas menudas, y tampoco era fácil
encontrar parejas masculinas para bailar con una bailarina tan alta como lo era
yo. Fuera como fuere, ante algo que no podía remediar, me limitaba a tratar de
emplear mi altura a mi favor. Debía hacer las cosas de otra manera, pero las
hacía a mí manera. Y lo más importante es que nunca dejaba de bailar.
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