Chocolate con diamantes

    Mi querido William Holden. Él era mi compañero de reparto en  Sabrina . Éramos amantes. Manteníamos nuestra relación en secreto porque aunque yo estuviera soltera él seguía casado y tenía tres hijos con su mujer. William era once años mayor que yo. Su sentido del humor y su físico me habían atraído desde el primer día y juntos formábamos un gran equipo.     Le veía constantemente. Y cuando Billy Wilder gritaba: “¡Acción!” nosotros nos besábamos de verdad. No hacía falta fingir en nuestras escenas románticas, simplemente éramos nosotros mismos.     En pocos meses me olvidé por completo de mi interés por Mel Ferrer, quién por aquel entonces tan solo era un buen amigo.     Quería William Holden. Él me prometió que se divorciaría de su mujer, la actriz Brenda Marshall, y que se casaría conmigo. Estaba tan emocionada que le confesé mi idea de tener dos, tres o cuatro hijos. Le dije que quería retirarme de la actuación, que ansiaba dejarlo todo atrás para dedicarme a mi familia. S

      Sabrina. Me contrataron para interpretar el papel de Sabrina en una película homónima basada en la obra de teatro escrita por Samuel A. Taylor. La película la dirigió Billy Wilder, y contó con William Holden y Humphrey Bogart además de conmigo para el reparto principal.       Sabrina trataba de una joven de origen humilde, nada más y nada menos que la hija de un chófer, que se trasladaba a París una temporada para aprender sobre cocina. Al regresar a casa volvía hecha toda una dama dispuesta a conquistar el corazón de hombre para el cual siempre había sido invisible.     Sabrina también era en parte como una Cenicienta, una mujer sensible y noble que terminaba viéndose atrapada entre el amor de dos hermanos. Sabrina descubría que sus expectativas y la realidad distaban más de lo que ella podía esperar.      Aquella película me conseguía en el futuro una segunda nominación a los Premios Óscar tras el éxito de Vacaciones en Roma.      No fue fácil trabajar en la película

       Mel Ferrer. A él le conocí gracias a mi amigo y compañero de reparto. En julio de 1953, Gregory Peck quiso celebrar una cena en mi honor para festejar el estreno londinense de la película. La fiesta se celebró en su casa de Grosvenor Square . Fue allí donde conocí a uno de los amigos de Gregory, Mel Ferrer. Un hombre doce años mayor que yo de sonrisa amable y mirada interesante. Hablé con él aquella noche, y como no fue suficiente seguimos charlando durante mi estancia en Londres.      Finalmente Vacaciones en Roma se estrenó en los Estados Unidos en agosto de 1953. A principios de septiembre me sacaron en la portada de la revista Time diciendo: “Audrey Hepburn no se ajusta a ninguno de los clichés y ninguno de los clichés se ajusta a ella”. Fue entonces cuando comprendí que Hollywood podía ser un lugar realmente mágico a pesar de sus múltiples y constantes desafíos. Adoraba actuar, y mi trabajo hacía que me sintiera plenamente feliz.

     Una buena época. A pesar de mi ruptura con James aquel verano fue maravilloso. Le dije a la dependienta de la tienda de Roma en la que me compré el vestido de novia, que se lo regalaba a una chica bonita que lo necesitara. Dicho aquello seguí con mi trabajo y disfruté mucho de la experiencia con Wyler, Peck y el resto de mis compañeros.      Mientras  Vacaciones en Roma  pasaba por postproducción, trabajé en la gira de Gigi de nuevo por Estados Unidos. Todo me iba bien y era tremendamente feliz con mi trabajo.

       Problemas del corazón. Con el tiempo mis problemas relacionados con el ámbito del amor se hacían más que evidentes. Existían una serie de odiosos rumores de romance entre Gregory y yo. También se rumoreaba que James se veía con otras mujeres. Este tipo de habladurías siempre me resultaron de lo más molestas, odiosas y desagradables.      A pesar de que el The New York Times había anunciado que me casaría el 30 de septiembre, James y yo tuvimos que volver a posponer la boda a causa de Gigi. El musical volvería a reiniciarse el 13 de octubre, y no terminaríamos la gira hasta el mes de mayo.      James y yo pospusimos la boda por tercera vez a causa de Gigi , y finalmente terminamos por cancelarla definitivamente. El precio del éxito era más alto de lo que habría podido imaginar jamás.

     Gregory Peck y William Wyler. Volé a Roma el 12 de junio. Allí me esperaban el afamado actor Gregory Peck y el gran director William Wyler.     El director era conocido por rodar entre cuarenta y setenta tomas por escena porque era todo un perfeccionista. Sabía que el trabajo no iba a ser fácil. Además el excesivo calor veraniego no era compatible con el vestuario y el maquillaje, pero aun así estábamos todos muy emocionados por trabajar en la película.     Congenié de inmediato con mi compañero de reparto, Gregory Peck. Había tanta química entre nosotros, que el director quiso utilizar algunas de nuestras improvisaciones.    Durante mi estancia en Roma viví en el hotel Hassler en una habitación con aire acondicionado de la que apenas salía por el calor. James venía a visitarme siempre que le era posible, especialmente los fines de semana. Cuando él venía a verme sentía que al fin podía ser yo misma de vez en cuando y no solo la princesa Anna.