Capítulo 87: Una cara con ángel.


   Una cara con ángel. Ese fue el motivo por el acepté regresar a Los Ángeles. Había alcanzado tantas cosas a lo largo de mi carrera, que a menudo parecía que mi trabajo ya no pudiese ir a mejor. Tal vez por eso estaba decidida a no aceptar cualquier papel y a no meterme en la agobiante industria de Hollywood sin más. Estaba decidido: solo aceptaría si sentía que ese personaje era realmente para mí.

    Y eso es justo lo que me pasó con Una cara con ángel en 1956, una película que me permitía hacer lo que más amaba en el mundo: bailar. Además se trataba de una comedia musical en la que trabajaría con la estrella Fred Astaire.

    Durante dos meses ensayé canto y baile. Cumplí los veintisiete sintiéndome como cuando era una niña y me entrenaba Marie Rambert. Era como volver a ser aquella jovencita, solo que más madura, tenaz y por supuesto perfeccionista.

    A pesar de que Fred Astaire a veces tenía mal humor, yo disfruté de aquel rodaje como una niña pequeña con su juguete favorito. Cada escena me ilusionaba y sentía que al bailar podía ser como una pluma flotando libremente por los aires. 


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