Capitulo 99: Mansiones verdes y un diablo.


     Mansiones verdes y un diablo. Aquel extraño y a veces complicado año acabó de la mejor manera posible. Cuando terminé con el rodaje de la película Mansiones verdes descubrí que una vez más estaba embarazada. Era octubre de 1958 y me había competido a rodar un western con Josh Houston a principios del siguiente año junto con Burt Lancaster. Los que no perdonan se rodaría en México, con todo el calor, el viento y el polvo. Además tendría que montar un caballo árabe llamado Diablo. Decidí tomar clases de equitación para evitar cualquier riesgo. Pero no quería contarle a nadie lo de mi estado. En enero de 1959 Diablo se encabritó y con un movimiento brusco me lanzó por encima de su cabeza. En el set todos recordaban el fuerte estruendo que había hecho al caer. Estaba consciente y sabía que me había hecho daño, pero yo tan solo podía pensar en el bebé que creía en mi interior. Cuando me trasladaron en avión al hospital, respiré aliviada al haber que seguía embarazada pero con una vértebra roja y un esguince. A las pocas semanas, sin previo aviso, la tragedia se hico realidad sin causa aparente. Sentí unas violentas contracciones y un dolor intenso. Había perdido a otro feto. Nada podía comprarse con el dolor que sentía a cada aborto que sufría mi pequeño y menudo cuerpo de bailarina que todavía pagaba las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial.

     Mel y yo nos refugiamos en Bürgenstock tras la tragedia. Las montañas suizas era nuestro lugar de retiro favorito, donde nos habíamos casado y donde atesorábamos tantos y tan buenos recuerdos. Allí volví a quedarme embarazada. Esta vez sonreí a medias porque no quería hacerme demasiadas ilusiones. Era la tercera vez que lograba quedarme embarazada y tenía miedo, mucho miedo.  


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