Chocolate con diamantes

    La última función de Gigi. La última función de la obra en Broadway tuvo lugar el 31 de mayo. Pero mi trabajo no acababa con Broadway porque Hollywood me esperaba. A principios de junio comenzaría con el rodaje de Vacaciones en Roma.     Aproveché los pocos días que tenía de vacaciones para viajar a París con James. Me sentía mal por mi prometido porque una vez más debíamos posponer la boda. Y como siempre él seguía siendo muy comprensivo y paciente con los cambios. En un principio habíamos fijado la boda tras finalizar las representaciones de Gigi y ahora debíamos aplazarla hasta septiembre, cuando terminase de rodar la película.

    Entradas agotadas. Ese fue el cartel que pudo leerse en el Fulton Theatre durante los meses siguientes antes de cada función. En Nueva York todo el mundo quería ver la adaptación de la novela de Colette y también a esta misteriosa y joven actriz europea que tanto estaba gustando a la crítica.     Hicimos un total de 217 funciones en seis meses. Entre las luces de Times Square podía ver mi imagen amplificada cada día, cosa emocionante y tremendamente chocante a la vez. Aparecía en las portadas de revistas más famosas de Estados Unidos, nada más y nada menos que en Life y en Look. En las revistas hablaban de mis trabajos y mi ascenso en el mundo del espectáculo. Mi imagen fue calando en la sociedad de la época como símbolo de elegancia hasta tal punto que muchas mujeres comenzaron a imitar mi corte de pelo.      Al menos todavía tenía a mi lado a Cathleen Nesbitt para apoyarme y asesorarme cuando la fama me resultaba agobiante. Adem...

    El gran rótulo. Cuando llegué al teatro a la semana siguiente las luces habían cambiado. Habían puesto un gran rótulo con mi nombre anunciando Gigi . El letrero rezaba así: “Audrey Hepburn en Gigi”.     Sin duda el cartel me abrumó. Tal vez no había conseguido ser la primera bailarina como soñaba de niña pero en el mundo del teatro sí era la primera actriz. Tanto críticos como compañeros coincidían ante la idea de que tenía un importante talento natural para la actuación.

      El estreno de Gigi. La obra se estrenó el 8 de noviembre en Filadelfia, en el Walnut Street Theatre, un teatro que se usaba para las pruebas de las producciones de Broadway. El estreno de la obra no fue para nada exitoso, pero los periódicos hablaron de mí muy bien. Según la prensa yo era todo un descubrimiento y podía ser una actriz de primera fila.      El 24 de noviembre estrenamos la obra en Broadway en el  Fulton Theatre . Se vendieron todos las entradas, y hasta mi madre y mi prometido James formaron parte de los 1164 espectadores.      Cuando las luces se apagaron se produjo el mismo silencio de las funciones clandestinas en Arhem. Di el primer paso hacia el escenario, la tarima crujió y al fin todo comenzó. Para mí no había público, no veía a mi familia, ni a los críticos, ni a los directores, ni tampoco a Loos, Miller y Colette. Yo era Gigi, una joven parisina a la que su madre, abuela y tía educaban para que siguiera ...

    Nesbitt. Cathleen Nesbitt era una actriz veterana de setenta y tres años que interpretaba el papel de la tía de Gigi. Ella fue mi mayor apoyo en Nueva York y se convirtió en una amiga indispensable. Las lecturas de guión comenzaron enseguida y yo estaba muy pero que muy nerviosa. Me sentía insegura al ser consciente de la fina línea entre el éxito y el fracaso. Pero Cathleen Nesbitt no me permitía venirme abajo. Cuando los ensayos no salían bien por las noches se quedaba conmigo para repasar el guión y me daba consejos y trucos para modular el uso de mi voz.     No sé qué habría hecho sin Catheleen, ella se convirtió en un pilar indispensable para mí. Estaba rodeada de actores de teatro con mucha experiencia, dato que también hacía que me sintiese un tanto incómoda. Además solo había rodado una película como protagonista. Y comencé a notar las diferencias entre el cine y el teatro. La cámara captaba fácilmente mi naturalidad y los pequeños gestos introspectivos...

     Estar a la altura. Yo simplemente esperaba estar a la altura de las circunstancias. Tenía dos papeles importantes en mis manos, por una parte mi interpretación como Gigi en Broadway y por otra mi interpretación como la princesa Anna en Hollywood.    Firmé el contrato con la Paramount para Vacaciones en Roma apenas una semana después de la prueba. Me ofrecieron doce mil quinientos dólares y la opción de rodar otra película como protagonista.     En octubre me embarqué rumbo a Nueva York. Mi madre no pudo venir conmigo porque tenía trabajo como interiorista, y mi prometido James tampoco porque tenía que atender algunos negocios aunque pronto se reuniría conmigo.     El viaje en barco se me hizo muy largo. Por eso me emocioné cuando al fin oteé Manhattan. El productor, Gilbert Miller me esperó para recibirme en los muelles del río Hudson en el West Side.