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Mostrando entradas de agosto, 2023

Capítulo 78: ¡Adiós, Ondine!

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    ¡Adiós, Ondine! La fiesta de despedida de Ondine tuvo lugar el 3 de julio y fue el único acto público al que asistí tras meses sin acudir a ninguna parte.     Hollywood y Broadway me tenían agotada. Sentía que debía descansar, volver a Europa, y de algún modo reencontrarme con mis orígenes pisando aquellas tierras. Podría decirse que mi cuerpo estaba en América pero mi mente se hallaba en Europa.    Durante aquel evento social, acepté la invitación de unirme a los demás para parlotear, pero en cuanto tuve la ocasión decidí escabullirme y fumar en una esquina.   Diez días después de despedir a Ondine, volé junto a Mel y mi madre rumbo al completo alpino de St. Moritz en Suiza. Confiaba en que las montañas me sentaran de maravilla. Tras mi estadía allí, tenía previsto instalarme en un pequeño pueblo a orillas del río Lucerna, B ü rgenstock. Ni siquiera pensé en la campaña publicitaria de Sabrina porque me producía demasiado estrés. Simplemente decidí permanecer allí, junto

Capítulo 77: El Tony.

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      El Tony. Gané el Premio Tony justo tres días después de hacerme con el Óscar. Gané el Tony por mi papel de Ondine en Broadway.  Aproximadamente unos setecientos jueces de la prensa y la industria del entretenimiento pensaron en mí para hacerme con él. Sin duda me pareció una cifra más que sorprendente.       La fama, los cambios y las buenas críticas constantes me abrumaban. Tanto que llegué a fumar dos paquetes de cigarrillos al día. Me sentía nerviosa y en constante tensión, y perdía el apetito mientras las ofertas de trabajo comenzaban a amontonarse sobre la mesa. Además, evitaba los eventos sociales de la industria del cine y el entretenimiento a toda costa porque no me sentía del todo cómoda en ellos. Por si fuera poco Mel me había pedido la mano en matrimonio. Yo le amaba y quería aceptar, pero todavía no estaba preparada para dar el gran paso. Sentía que debía conocerme un poco más a mí misma antes de atarme de forma tan estrecha a otra persona.  

Capítulo 76: Hubert Givenchy.

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    Hubert Givenchy. Recuerdo bien cuando conocí a mi diseñador de cabecera y mejor amigo.     Los estudios de cine se dieron cuenta rápidamente de que la moda y yo hacíamos muy buenas migas. Cuando íbamos a rodar Sabrina , fui hasta París para escoger yo misma mi vestuario. Fue allí donde le conocía a él. En la Rue Alfred de Vigny de París, donde se hallaba el estudio de este gran diseñador.     Givenchy estaba trabajando en su nueva colección cuando nos conocimos. Él pensaba que se reuniría con la célebre Katherine Hepburn, por eso se llevó una tremenda decepción cuando me vio aparecer a mí.     Además decidí vestirme de manera informal, con unos pantalones sencillos, una camiseta corta y un sombrero de paja. Al pobre Givenchy le parecí un animalillo indefenso, con ojos bonitos pero muy delgada. Además le sorprendió que no llevara ni una pizca de maquillaje.   Lo cierto es que no quiso hacerme mucho caso. Me abandonó a mi suerte para que escogiera lo que quisiera. Me decanté

Capítulo 75: Ondine.

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    Ondine. Con la obra de teatro Ondine seguía en Broadway trabajando mano a mano con Mel. Adoraba el teatro y mi papel como ninfa acuática, pero el teatro siempre me ponía nerviosa. Estaba en constante tensión porque temía no dar la talla. A veces el escenario parecía un lugar enorme y yo una persona pequeñita. Además, y a pesar de haber ganado un Óscar, seguía sin acostumbrarme a la pomposidad del mundo de espectáculo y a todos esos carteles luminosos con mi nombre.      Una de las críticas que escribieron sobre mí rezaba así: “El don de la señorita Hepburn es de tal naturaleza que todo cuanto dice y hace posee un encanto irresistible. La broma más insignificante adquiera una dimensión adicional y se convierte en hilarante; los asuntos más triviales parecen así momentos de brillante inspiración interpretativita”.   Las críticas sobre mí siempre eran más que buenas pero aun así no terminaban de convencerme. 

Capítulo 74: Diferencias en Hollywood.

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      Diferencias en Hollywood. Las diferencias en Hollywood entre hombres y mujeres eran más que latentes y evidentes. A los hombres se les permitían los excesos, podían llegar al plató hechos unos espantajos y oliendo a alcohol. Si les apetecía liarse a puñetazos con sus compañeros por absurdas rivalidades masculinas, eso también estaba más que permitido. En cambio a nosotras se nos exigía cumplir ciertos estándares (en la mayoría de ellos yo no coincidía por mi figura), nosotras debíamos llegar a plató siempre impecables y comportarnos de la misma manera. Pero lo cierto es que en la gran pantalla las que más brillábamos éramos nosotras a pesar de contar con muchos menos privilegios.     Por suerte mi querido Mel Ferrer era diferente a los otros hombres de Hollywood. Él había estado esperándome con el guión de Ondine bajo el brazo. 

Capítulo 73: Los Premios Óscar.

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   L os Premios Óscar. No podía creerlo pero estaba nominada en la categoría de Mejor actriz a los Premios Óscar por mi trabajo como la princesa Anna en Vacaciones en Roma.     El 25 de marzo de 1954 tras la actuación de Ondine, me quité la peluca rubia y la malla trasparente de ninfa acuática a toda prisa, recogí y mi abrigo y salí por la puerta trasera del 46th Street Theatre de Broadway de Nueva York. La policía me escoltó hasta la Séptima Avenida, muy cerca de Central Park . Debía ir al NBC New Century Theatre . Y como llegaba más tarde que los demás debido a la función, apenas quedaban fans curioseando a las puertas del gran edificio donde lucía el cartel: “26 edición de los Premio de la Academia”. Aquella era una de las pocas ocasiones en los que la entrega de premio se dividía entre Los Ángeles y Nueva York, y justo la segunda que se televisaba.      No lo tenía nada fácil porque la película De aquí a la eternidad se postulaba como la favorita con sus trece nominaciones. Y